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¿Cuáles son las diferencias entre un procurador y un abogado?

El procurador de los tribunales y el abogado son dos profesionales del Derecho, pero se encargan de funciones distintas. El cumplimiento de estas funciones, por otra parte, tiene como objetivo que un proceso jurisdiccional pueda llevarse a efecto de manera garantista.

A continuación, un repaso a los cometidos de ambos profesionales en materia de jurisdicción.

Las funciones del abogado

El abogado es quien puede ejercer la defensa de una parte, por lo que se encarga de dirigir las estrategias de sus clientes. Por lo tanto, estudia escritos, dado que realiza sus asesoramientos en las materias legales y jurídicas, y acaba por elaborar las demandas relativas a sus derechos e intereses. Participa tanto en trabajos judiciales como en los extrajudiciales y, para poder ejercer, tiene que acreditar su licenciatura en Derecho e inscripción en el Colegio de Abogados correspondiente.

El procurador de los tribunales se encarga de la representación procesal

Por su parte, el procurador de los tribunales se ocupa de una representación canalizada a través de la realización de todo el trabajo relativo a recibir y enviar documentos y notificaciones. Las leyes procesales españolas, de hecho, exigen la comparecencia de dicho profesional del Derecho (también ha de contar con la licenciatura correspondiente) para materializar el acceso a la jurisdicción. Ejerce una relevante función de intermediación (sobre todo, en la gestión de la documentación) entre los juzgados y el abogado de la parte.

Sin duda, el concurso de los procuradores sirve para agilizar los trámites habituales de los procesos judiciales, algo que resulta de gran utilidad en un sistema que adolece de falta de medios y cierta lentitud, como el español. Además, su firma, como representante legal de una parte, tiene los mismos efectos que la de quien lo designó.

En definitiva, un procurador facilita la representación procesal, la supervisión y el impulso de las actuaciones jurídicas.

 

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